En su éxito editorial El poder del pensamiento tenaz, el popular escritor Norman Vincent Peale narra una experiencia tragicómica que le ocurrió en el restaurante de un tren.
Peale estaba sentado enfrente de un matrimonio, al que no conocía. Era claro que la señora, envuelta en pieles, diamantes y moda de alta costura, estaba disgustada. Criticaba todo: el vagón le parecía sucio, le molestaba una corriente de aire, el servicio era horrible, y la comida, insípida. Su marido, por el contrario, era una persona cordial, afable, sencilla y complaciente. Se le veía embarazado por la actitud despectiva de su esposa, y también contrariado, ya que estaban en un viaje de recreo. Para cambiar la conversación, se volvió a Peale, le preguntó por su profesión y le dijo que él era abogado. Y, con una sonrisa un poco pícara, añadió:
- Mi mujer es "fabricante", está en el negocio de la producción y manufactura.
Peale se sorprendió, porque la señora no daba la menos impresión de serlo, y así preguntó:
- ¿Y qué es lo que fabrica?
- Desdicha - contestó el buen hombre con un suspiro -. Fabrica su propia infelicidad.
Aunque suene extraño, hay una clase de gente que, según parece, tiene por "profesión" el vivir disgustada y triste y, de paso, hacer desgraciada la vida de cuantos viven a su alrededor. Vivir con tales personas y no dejar que su actitud negativa se nos pegue requiere cierto talento... y ¡sentido común!
Afortunadamente también nos encontramos con gente cuyo "negocio" es "fabricar alegría", "producir felicidad". ¡Qué necesaria es para todos esa gente en el camino de la vida!
Hedwig Lewis, S.J. En camino con Dios
Y tú, ¿qué quieres: fabricar infelicidad o ser fabricante de alegría y productor de felicidad?