sábado, 29 de julio de 2017

Operación placebo

En el año 2002, el doctor Bruce Moseley realizó un experimento sobre el efecto placebo en la cirugía, algo en lo que los propios cirujanos no creían, y que fue publicado en The New England Journal of Medicine.
 
El experimento buscaba averiguar qué parte de la operación en los casos de osteoartritis de rodilla era la que realmente eliminaba el dolor a los pacientes. Se realizó una prueba controlada en 180 pacientes con graves problemas de osteoartritis, separados en tres grupos. Dos grupos serían intervenidos quirúrgicamente y con el tercer grupo se emplearía una operación placebo, esto es, simplemente se fingiría la operación.
 
Una vez que el paciente estaba en la mesa de operaciones, el cirujano recibía un sobre en el que decía si realizaba la operación o no, lo mostraba al resto del equipo sin decir nada e iniciaba el procedimiento que indicaba el sobre.
 
Se procedía a la anestesia parcial, se colocaba la tradicional tela para impedir al paciente ver de cintura hacia abajo y comenzaba la operación real o la operación placebo. El paciente podía ver la intervención por un monitor y comprobar todo lo que estaba sucediendo, pues incluso en la operación placebo el paciente veía cómo estaban operando su rodilla, sin ser consciente de que era un vídeo de otra intervención. En los casos de la operación placebo, se realizaban las incisiones, para dejar prueba de la operación, pero el cirujano simulaba todo el resto del procedimiento, imitando todos los movimientos y secuencias del vídeo.
 
El propio doctor Bruce Moseley afirmó sentirse incómodo por estar realizando una falsa cirugía, siendo cirujano y contradiciendo sus propias creencias.
 
Una vez realizadas las operaciones se hizo un seguimiento de los pacientes. Hasta dos años más tarde, ninguno de los pacientes fue informado del tipo de operación a la que había sido sometido. Los resultados fueron asombrosos, ya que en todos los grupos, los que fueron intervenidos y los que no, se registraron los mismos resultados.
 
Algunos de los pacientes con los que se hizo una intervención placebo y que antes de la operación apenas podían caminar, luego tenían una vida normal sin dolores.
 
El doctor Bruce Moseley pasó de ser un total escéptico a creer en el poder de la mente, ya que pudo comprobarlo por sí mismo, concluyendo que tanto o más importante que la propia operación eran las creencias de los pacientes...
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

viernes, 28 de julio de 2017

El sabio y el rey

Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.
 
- ¡Qué desgracia, mi Señor! - exclamó el Sabio - cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad.
 
- ¡Qué insolencia! - gritó el Rey enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
 
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
 
Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al Rey con atención, le dijo:
 
- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.
 
Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
 
Cuando el Sabio salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
 
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
 
- Recuerda bien, amigo mío - respondió el segundo Sabio - que todo depende de la forma en el decir... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
 
De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.
 
La verdad puede compararse con una piedra preciosa: si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado. El hombre ha recibido el don de la palabra... y cuando la emplea adecuadamente transmite mensajes que nos ayudan a ser mejores.

miércoles, 26 de julio de 2017

Buda

Como sabes, Buda fue uno de los grandes maestros espirituales. Tenía varias virtudes, entre ellas, la capacidad de controlar las emociones destructivas y la habilidad de responder con bondad y compasión ante la provocación, pues albergaba en su interior conocimiento, empatía y una profunda comprensión. Cuentan que en una ocasión un hombre quiso comprobar si lo que decían de él era cierto, por lo que partió en su búsqueda para demostrar que nadie era capaz de mantenerse inalterable ante las provocaciones. Finalmente llegó ante la presencia de Buda y, con toda su ira, comenzó a insultarlo de manera cruel, lanzándole todo su odio con la intención de vejarlo y degradarlo. Sin embargo, ante aquel despiadado ataque de violencia verbal, Buda permaneció impasible con un gesto de compasión.
 
Cuando aquel hombre se quedó sin energía por la falta de reacción que esperaba para reavivar su fuego, Buda se dirigió a él y le dijo:
 
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
 
- ¡¡Qué!! - respondió el hombre gritando despectivamente.
 
- Si alguien te ofrece un regalo y tú lo rechazas, ¿a quién pertenece entonces?
 
- Sigue perteneciéndole a la persona que lo ha ofrecido - respondió enfurecido el hombre.
 
- Tienes razón, mi querido amigo - respondió Buda con una cálida sonrisa -. Entonces, si yo rechazo aceptar tus insultos, ¿a quién crees que pertenecen?
 
Sorprendido por la reflexión de Buda, el hombre se quedó sin palabras y se alejó pensativo.
 
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

lunes, 24 de julio de 2017

La danza de las culturas

Cuenta la leyenda que la Conciencia creadora de la Madre Tierra plantó las semillas de las diversas culturas, otorgándolas a cada una un don creativo y un lugar en el territorio de la conciencia, que delimitó por un cercado de ignorancia, necesario para que pudiesen hacer su trabajo sin interferirse, unas con otras. También les colocó obstáculos en sus caminos respectivos, como crecimiento espiritual.
 
A un pueblo le dio el don del amor a la naturaleza. Se sentiría tan unido a ella que nunca edificaría ciudades, sus construcciones serían tales que cuando las abandonasen, al poco tiempo, nadie podría decir que allí había habido un poblado. Sería uno con la naturaleza. Nunca se les ocurrirá vender sus tierras, que considerarían tan solo un préstamo. El obstáculo, la prueba, que deberían vivir consistiría en que algún día serían expulsados de esas tierras que tanto habían cuidado. Su corazón se rompería.
 
A otro le dio el conocimiento de la naturaleza interior. Sentirían la presencia del Ser en su centro, nada exterior podría ocultar su Sol interior. La nada se convertiría en fuente inagotable de creación, estuviesen donde estuviesen. Su obstáculo consistiría en que nada más unos pocos podrían alcanzar ese estado; serían como el pianista en la orquesta, que toca siempre solo. Los otros vivirían divididos, habría castas, aunque sorprendentemente sus maestros sintiesen la unidad en su interior. Su corazón se rompería.
 
A un tercero le despertó el amor por la materia. Hasta tal punto se uniría a ella que se confundiría con la misma, creyendo que un ser humano es sólo algo material. Llegaría a dominarla de tal manera, que conquistaría a los demás pueblos con sus inventos, olvidando que los otros eran creativos en la parte que les había tocado. Su prueba también sería dura, sus habitantes se olvidarían de su verdadera esencia espiritual, aunque paradójicamente, construirían los mayores templos.
 
Pero la Conciencia les tenía preparada una gran sorpresa... Había compuesto la "Danza de las Culturas", para que entre todos los pueblos de la Tierra la bailasen al unísono, tocando cada uno su instrumento propio - el don recibido -. Cuando todos estuviesen preparados, la mágica música recompondría sus corazones, y las barreras de la ignorancia desaparecerían, permitiendo florecer - reconocer - la labor única de cada cultura.
 
Cuenta que, ahora, están ensayando, y como cada instrumento va por su lado, suena muy desafinado. Están esperando a su director, que no es más que sus corazones unidos.
 
 
23 maestros de corazón, Carlos González Pérez

viernes, 21 de julio de 2017

El faro luminoso

Resultado de imagen de faroHabía una vez un faro que vivía en lo alto de un acantilado junto al mar. Estaba triste porque no sabía para lo que servía. Quería saber cuál era su tarea allí arriba, pero no tenía a nadie que se lo dijera. Por eso, cada vez que veía en el horizonte a un barco, le hacía rápidamente señales de luz para que viniera a verle. Pero el barco siempre se alejaba de él a toda máquina.
 
Todos los días y todas las noches le pasaba lo mismo. Cuando veía un barco acercarse, le hacía señales luminosas para que viniera a hacerle compañía y charlar un rato. Pero el barco salía disparado en dirección contraria.
 
El pobre faro cada vez estaba más triste y desanimado. Todos huían de él cuando le veían. Pensaba que no servía para nada y que estaba perdiendo el tiempo. Así que dejó de hacer señales a los barcos porque era algo inútil.
 
Al poco tiempo se dio cuenta de que un barco se acercaba hasta donde estaba él. No podía creerlo. Nunca había visto tan cerca a uno de ellos.
 
De repente el barco quedó embarrancado encima de unas rocas cercanas a la costa. Escuchó voces y sirenas y vio unos pequeños botes que salían del barco hacia la playa. El faro no entendía nada de lo que estaba pasando, por eso puso gran atención en saber lo que decían aquellos hombrecillos que estaban en la playa. Como el viento soplaba de allí, pudo escuchar con claridad sus palabras.
 
Decían que por culpa del faro averiado habían chocado contra esas rocas. Nadie les había avisado del peligro.
 
En esos momentos, el faro comprendió cuál era su tarea y por qué los barcos nunca se le acercaban. Se llenó de tanta alegría al saber para qué servía, que su luz se volvió a encender y fue la más brillante de todos los mares. Y ya no hubo barco alguno que dejara de verla para librarse del peligro. 

miércoles, 19 de julio de 2017

Sobre la amistad

Un amigo es alguien que aparece cuando los demás desaparecen, alguien que te recoge cuando nadie te levanta. Es el que acude sin que se lo pidas porque sabe que lo necesitas. Es alguien que te ayuda a recuperar la confianza, porque sigue creyendo en ti aunque tú hayas dejado de hacerlo. Los amigos de verdad son como las estrellas, siempre están aunque no siempre las veas, y cuanto más oscura es la noche, más fuerte es su presencia.
 
Gandhi dijo: "La prueba de la amistad es la ayuda en la adversidad, y desde luego una ayuda incondicional".
 
Un amigo es alguien con quien te atreves a ser vulnerable, esa persona que te ayuda a desnudar tus sentimientos y expresarlos en voz alta, porque no sólo te escucha, sino que te siente y comprende tus sentimientos. Un amigo no es el que te dice lo que quieres escuchar, sino el que te dice lo que necesitas oír, porque le importas. Es alguien que te conoce y acepta, pero te ayuda a ser mejor.
 
Un amigo es alguien con quien compartir lo mejor y lo peor, un alma que vive en dos cuerpos. Es quien te ayuda a recuperar la esperanza cuando ya no te queda, el que vuelve a encender la luz cuando todo es penumbra. Esa amistad es un modo de amar, por eso todo el mundo necesita conectar con otros seres humanos, sentir esa conexión que ahuyenta la soledad. La amistad es un lugar en el que puedes descansar y confiar.
 
Un amigo es el que está a tu lado cuando te caes y todo se derrumba a tu alrededor. Es el que surge en medio de la adversidad, no sólo en los momentos de felicidad. Ese amigo es el mayor tesoro y uno de los privilegios de la vida. Es el que cuando lo has perdido todo, te ayuda a recuperar la esperanza.
 
Un lugar llamado destino, Javier Iriondo


domingo, 16 de julio de 2017

Evangelio según San Mateo 13,1-23.

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar.
Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa.

Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: "El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!".

Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?".

El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron."

Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".

sábado, 15 de julio de 2017

Encontrar el propósito

Cuentan que en la guerra de los Balcanes un grupo de refugiados, junto con dos soldados, huía de la zona de conflicto hacia la frontera, en busca de tierras más seguras. Cuando pasaron por un pueblo totalmente arrasado, de repente una joven salió corriendo de las ruinas de una casa pidiendo ayuda.
 
Entre las ruinas permanecían escondidos un anciano que protegía un bebé de tan sólo tres meses y a un niño de ocho años. La joven, Jelena, preguntó si todos ellos podían unirse al grupo de refugiados.
 
Cuando los dos soldados vieron al anciano pensaron que les podía retrasar mucho, lo que podía ser peligroso para todos. Tras meditar sobre la situación, los soldados finalmente aceptaron que se unieran al grupo con una condición: les ayudarían con su bebé, pero tanto ella como el anciano y el niño tendrían que valerse pos sí mismos.
 
Calculaban que en cuatro días lograrían alcanzar una región segura.
 
A duras penas, el anciano mantuvo el ritmo durante los dos primeros días. Pero al tercer día su espíritu comenzó a abandonarle, empezó a pensar que ya no podía más, que no merecía la pena sufrir tanto, que ya no tenía sentido seguir luchando, hasta que al final de ese tercer día el anciano, exhausto, cayó al suelo.
 
Acudieron a ayudarle, pero su frágil espíritu lo había abandonado y su dolorido cuerpo había renunciado a seguir. Por mucho que quisieron ayudarle, él ya no estaba dispuesto a ayudarse a sí mismo. Decidió abandonar y convenció a todos para que siguieran sin él, ya que, si lo esperaban, podía ser peligroso. El anciano había decidido que ya había vivido lo suficiente. Quería que le dejaran descansar para morir en paz. Jelena hizo todo lo posible para convencerlo de que hiciera un último esfuerzo, lloró desgarradamente, le imploró con todas sus fuerzas. Pero a pesar de todos sus ruegos el anciano ya se había dado por vencido.
 
La cruel situación no era agradable para nadie; tenían que tomar una decisión, no podían cargar con él. Pero tampoco podían esperarle. El sonido de la guerra retumbaba en la lejanía. Finalmente no hubo otra opción; reiniciaron la marcha abandonando al anciano al amparo de unas frías y húmedas rocas.
 
Todos comenzaron a caminar alejándose del pobre anciano, pero de repente Jelena volvió hacia atrás con su bebé, lo puso en brazos del anciano y, con la mayor determinación imaginable, lo miró a los ojos y le dijo: "Es tu nieto, ahora es tu responsabilidad, y su vida depende de ti."
 
Jelena tragó saliva, con el corazón encogido se dio la vuelta y comenzó a caminar para alcanzar al grupo. Su padre comenzó a llamarla, pero Jelena en ningún momento miró hacia atrás, no quería darle la oportunidad de sentir lástima de sí mismo. La joven alcanzó al grupo y siguió caminando, hasta que finalmente miró atrás. Su anciano padre se había levantado y caminaba lentamente con su nieto en sus brazos, en dirección al grupo.
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

miércoles, 12 de julio de 2017

Cambiar el mundo

El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo:

De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: "Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo".

A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: "Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entren en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho".

Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he sido. Mi única oración es la siguiente: "Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo". Si yo hubiera orado de ese modo desde el principio, no habría malgastado mi vida.

Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad. Casi nadie en cambiarse a si mismo.
 
Anthony de Melo

lunes, 10 de julio de 2017

Clase de catecismo

En una parroquia había clase de catecismo cada domingo después de la misa de los niños. Unos cuantos chicos un poco mayores se propusieron reírse de los pequeños. Según iban saliendo de la clase, eligieron a uno que tenía fama de listo.
 
Uno de los matones detiene al pequeño y le pregunta, como si fuera su profesor:
 
- A ver, ¿qué habéis aprendido hoy en la clase de catecismo?
 
- Pues cosas... - dice el pequeño tratando de zafarse.
 
- ¿Qué cosas? - le apremia el mayor.
 
- Cosas sobre Dios.
 
- Conque cosas sobre Dios, ¿eh? Mira - el matón saca 50 céntimos del bolsillo -, te daré esto si me dices dónde se puede encontrar a ese señor.
 
El pequeño, que era listo y no sólo de fama, se queda mirando los 50 céntimos y, como si se le ocurriese algo de repente, saca un euro y le dice:
 
- Y yo te doy esto si me dices donde no se puede encontrar a Dios.
 
Se quedaron los bravucones sin saber qué decir. Aprovechando su aturdimiento, el peque agarró la moneda del burlón y salió corriendo con una gran sonrisa en su cara.
 
En camino con Dios, Hedwig Lewis

domingo, 9 de julio de 2017

Pensamiento divergente

En 1968, George Land realizó un estudio que comprobaba la capacidad del pensamiento divergente, la capacidad de encontrar diversas respuestas a una pregunta, buscar diferentes usos a un objeto, esto es, la creatividad, la capacidad de soñar, visualizar, de salir de un pensamiento cuadriculado y condicionado para encontrar más alternativas. Este estudio se basaba en una prueba que utilizaba la NASA para seleccionar ingenieros y científicos innovadores. Una pregunta de las que se hacían, por ejemplo, podía ser que se imaginaran todos los usos posibles y alternativos de un tenedor. El estudio de George Land se realizó a 1.600 niños de cinco años, y el protocolo de la prueba indicaba que a partir de un número determinado de respuestas era considerado como un genio creativo.
 
¿Cuál fue el porcentaje de genios creativos entre esa muestra de niños? Asombrosamente, del 98 por ciento. Lo que ese estudio demuestra es que el 98 por ciento de los niños nacen con capacidades extraordinarias para la creatividad.
 
El estudio era a largo plazo, por lo que cinco años después, cuando esos niños tenían diez años volvió a hacérseles una prueba. El resultado fue también asombroso, pero en sentido negativo, ya que tan sólo el 38 por ciento llegó a los mismos niveles que tenían a la edad de cinco años. Cuando habían cumplido quince años se repitió el test con un resultado del 12 por ciento.
 
La misma prueba se efectuó a 280.000 adultos. Los resultados reflejaron que tan sólo el 2 por ciento llegaba al nivel de genio. La conclusión es que la creatividad no se aprende, nacemos con ella. La educación actual y el entorno, en vez de aumentar nuestras capacidades, las disminuye. En los primeros años de educación, vamos adquiriendo pensamientos limitadores que nos reprimen, perdiendo nuestro potencial a una velocidad alarmante. Todo ello demuestra que hay algo que no funciona, que hay algo que está restringiendo nuestras capacidades, y que tenemos muchas cosas que cambiar.
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

lunes, 3 de julio de 2017

El poder de la imaginación

Érase una vez tres gusanos de seda que ignoraban su futuro como mariposas. Sus nombres eran: Pesimista, Realista e Idealista. Se les acercaba la hora de su transformación y empezaron a sentir los primeros síntomas... Su voraz apetito fue desapareciendo, su movilidad menguaba a gran velocidad y, finalmente, sintieron como el capullo les aislaba del mundo conocido, de la seguridad de lo cotidiano. En la oscuridad del misterio de su futuro, tuvieron pensamientos distintos:
 
Pesimista se dijo a sí mismo que estaba viviendo el final de su vida, y en lo más profundo de su sentir, se despidió de los buenos momentos.
 
Realista se dio ánimos diciéndose que todo aquello sería momentáneo y que, tarde o temprano, todo volvería a la normalidad.
 
Idealista sintió que, aquello que le estaba ocurriendo, podría ser la oportunidad para que se cumpliese su sueño más preciado: poder volar. Y aprovechó la oscuridad para perfeccionar sus sueños.
 
Cuando los tres capullos se abrieron, dejaron ver tres realidades iguales y distintas a la vez...
 
Pesimista era una bellísima mariposa, pero... estaba muerta... Había muerto de miedo.
 
Realista era una hermosísima mariposa, pero... a pesar de ello, empezó a arrastrarse como cuando era gusano. Con satisfacción, dio las gracias al cielo por haber podido seguir igual.
 
Idealista, nada más ver la luz del día, buscó sus alas... y al verlas, su corazón rezumó alegría, emprendió el vuelo, y dio las gracias, repartiendo su dicha por todo el bosque.
 
23 maestros de corazón, Carlos González Pérez