domingo, 12 de febrero de 2017

Aprender a andar ligeros

Cuentan que un turista en Israel quiso conocer al célebre rabino Hiel el Sabio. Cuando entró en su casa, le sorprendió ver que ésta consistía en una sola estancia llena de libros y un único taburete donde sentarse. El turista preguntó:

- Pero, Rabí, ¿dónde están sus muebles?
- ¿Y dónde están los tuyos? - replicó el sabio.
- Pero yo estoy aquí de paso...
- ¿Y cómo piensas que estoy yo? - concluyó el Rabí.

domingo, 5 de febrero de 2017

Sal y luz

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos".

Mt 5, 13-16  
 
Orar con el Evangelio:
 
Algunos quieren ser estrellas de Hollywood o del deporte espectáculo y dejar a todo el mundo deslumbrado. Brillan un momento y se apagan para siempre.
 
Es mejor ser una luz que ilumina la estancia, un faro para los marinos, un campanario para los viajeros. No deslumbran, sino que orientan y regalan a los demás su luz para que puedan seguir su camino.
 
Tú, Señor Jesús, me envías a ser luz y sal como un servicio para el bien de la humanidad.
 
Líbrame de la vanidad, del orgullo de creerme mejor que los demás: es tu evangelio lo que he de mostrar y no mis presuntas cualidades.
 
Líbrame también de la pereza, de la vergüenza y de la timidez: no tengo derecho a quedarme para mí lo que tú quieres que sea para todos.
 
Y líbrame de los prejuicios y del puritanismo: que, como la sal, esté siempre dispuesto a tratar con todos para que a todos pueda llegar tu mensaje.