Muchas personas creen que el optimismo se lleva en los genes, pero es falso. Aprender a ver lo positivo de todo no es tan difícil. Es la habilidad que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo, poniendo énfasis en lo positivo y confiando en nuestras capacidades y posibilidades.
Flexibilidad en la interpretación. La realidad está ahí, pero podemos interpretarla de muchas maneras. No se trata de inconsciencia y obviar lo negativo, sino de centrarnos en lo positivo. De cada situación que vivimos obtenemos la experiencia para poder enfrentarnos a nuevos retos. El cambio no es fácil, pero es sinónimo de evolución.
Buenas relaciones interpresonales. Tener apoyo, sentirse querido y valorado es un colchón de seguridad. Toda desavenencia se supera mejor rodeado de los tuyos.
Plantearse objetivos. Los retos son un incentivo para continuar. Nos dan la fuerza e ilusión necesarias en los malos momentos.
Ver el vaso medio vacío o medio lleno solo está en ti. Es el primer paso y el más difícil, pero así controlarás tu vida y serás más optimista.
"El optimista siempre tiene un proyecto; el pesimista, una excusa."
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