sábado, 5 de mayo de 2018

El anillo del conocimiento y la paz mental

El rey Salomón era rico y poderoso pero, aun así, nunca estaba satisfecho: 

- A menudo me encuentro ansioso - decía a sus consejeros -. Si las cosas van bien, temo que se tuerzan. Si tengo un problema, temo que no se arregle jamás. He soñado que existe un anillo que otorga el conocimiento y la paz mental. Conseguidlo para mí. Tenéis de aquí hasta fin de año: seis meses.

Los consejeros se pusieron en marcha: preguntaron a los mejores joyeros de Damasco, Babilonia y Egipto; consultaron a los mercaderes más viajados, a los diplomáticos e incluso a los nigromantes..., pero nadie había oído hablar de tal objeto.

El tiempo transcurría y Salomón preguntaba continuamente:

- ¿Ya tenéis localizado el anillo?

- Todavía no, mi señor - respondían siempre.

Finalmente, los seis meses expiraron. Todos habían renunciado excepto el más joven. La noche anterior a fin de año estuvo deambulando por las calles. No podía dormir ante la idea de comparecer ante su rey con las manos vacías.

Por la mañana se encontró vagando por el barrio más pobre de la ciudad y, delante de una vivienda, vio a un anciano que levantaba un puesto de bisutería. En un último intento, le preguntó.

El viejo se quedó unos minutos pensativo y, sonriendo, sacó un simple anillo de oro de una bolsa y grabó unas palabras en él. El joven consejero lo tomó, leyó la leyenda y exclamó:

- ¡Sí, éste es el anillo para Salomón!

Al cabo de unas horas, en el gran salón de Estado, Salomón preguntó a sus ministros:

- ¿Habéis conseguido mi anillo?

- ¡Lo tenemos, mi señor! - dijo el joven triunfante.

Salomón se lo puso y leyó las palabras escritas en él: 

"Como todos, pronto morirás".

Ser feliz en Alaska, Rafael Santandreu