sábado, 9 de septiembre de 2017

¿Buscamos o perseguimos la felicidad?

Si persigues algo, es más difícil alcanzarlo, porque en la persecución hay tensión y sensación de peligro; y a veces, si persigues algo es porque huye de ti. Mientras que la bondad y la humildad generan confianza y atraen las cosas hacia ti, por eso la felicidad es como el agua. (...)
 
Las oportunidades y la felicidad son como este cubo de agua. Quiero que ahora te sitúes frente al cubo, e imagines que ese agua es tu oportunidad. Ahí está tu felicidad y quiero que trates de cogerla.
 
Alex fijó la mirada sobre el agua del cubo, casi con cara amenazante. Y de repente, como un rayo, lanzó sus manos sobre el agua, cerrándolas con rapidez con fuerza como si estuviese intentando capturar un pez. Sacó las manos del agua a la misma velocidad con que las había metido. Ya erguido, se quedó mirándose fijamente las manos en tensión mientras goteaban, y seguían en tensión.
 
La ansiedad no te dará más felicidad. Sí lo hará la bondad. La felicidad es como esa agua, si tratas de cogerla con fuerza se te escapará entre los dedos. Pero si utilizas las manos y colocas las palmas sobre el agua, con bondad y humildad, en vez de con fuerza, al igual que la felicidad, rebosará en tus manos. Son los actos bondadosos los que nos conectan con los demás. La fuerza del egoísmo es lo que nos separa.
 
La humildad tiene un poder mucho mayor del que imaginas, al igual que el poderoso mar, que, en el fondo, ocupa el más humilde lugar. Los ríos pueden ser grandiosos, preciosos y arrogantes, pero el inevitable destino final de todos ellos es siempre el mar, porque, con humildad, permanece por debajo de ellos.
 
Un lugar llamado destino, Javier Iriondo

sábado, 2 de septiembre de 2017

Preciosa oración

Si me das fortuna, no me quites la razón. Si me das el éxito, no me quites la humildad. Si me das humildad no me quites la dignidad.
 
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso, más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
 
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza. Enséñame a querer a la gente como a mí mismo.
 
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
 
Señor, si yo me olivo de ti, por favor, nunca te olvides de mí.
 
 
Mahatma Gandhi

martes, 29 de agosto de 2017

Las causas de las guerras

Me preguntó cuáles eran las causas o motivos que, generalmente, conducían a un país a guerrear con otro. Le contesté que eran innumerables y que iba a mencionarle solamente algunas de las más importantes. Unas veces, la ambición de príncipes que nunca creen tener bastantes tierras y gentes sobre qué mandar; otras, la corrupción de ministros que comprometen a su señor en una guerra para ahogar o desviar el clamor de los súbditos contra su mala administración. La diferencia de opiniones ha costado muchos miles de vidas. Por ejemplo: si la carne era pan o el pan carne; si el jugo de cierto grano era sangre o vino; si silbar era un vicio o una virtud; si era mejor besar un poste o arrojarlo al fuego; qué color era mejor para una chaqueta, si negro, blanco, rojo o gris, y si debía ser larga o corta, ancha o estrecha, sucia o limpia, con otras muchas cosas más. Y no ha habido guerras tan sangrientas y furiosas, ni que se prolongasen tanto tiempo, como las ocasionadas por diferencias de opinión, en particular si era sobre cosas indiferentes.
 
A veces, la contienda entre dos príncipes es para decidir cuál de ellos despojará a un tercero de sus dominios, sobre los cuales ninguno de los dos exhibe derecho alguno. A veces, un príncipe riñe con otro por miedo de que el otro riña con él. A veces, se entra en una guerra porque el enemigo es demasiado fuerte, y a veces, porque es demasiado débil. A veces, nuestros vecinos carecen de las cosas que tenemos nosotros o tienen las cosas de que nosotros carecemos, y contendemos hasta que ellos se llevan las nuestras o nos dan las suyas. Es causa muy justificable para una guerra el propósito de invadir un país cuyos habitantes acaban de ser diezmados por el hambre, o destruidos por la peste, o desunidos por las banderías. E justificable mover guerra a nuestro más íntimo aliado cuando una de sus ciudades está enclavada en punto conveniente para nosotros, o una región o territorio suyo haría nuestros dominios más redondos y completos. Si un príncipe envía fuerzas a una nación donde las gentes son pobres e ignorantes, puede legítimamente matar a la mitad de ellas y esclavizar a las restantes para civilizarlas y redimirlas de su bárbaro sistema de vida. Es muy regia, honorable y frecuente práctica cuando un príncipe pide la asistencia de otro para defenderse de una invasión, que el favorecedor, cuando ha expulsado a los invasores, se apodere de los dominios por su cuenta y mate, encarcele o destierre al príncipe a quien fue a remediar. Los vínculos de sangre o matrimoniales son una frecuente causa de guerra entre príncipes, y cuanto más próximo el parentesco, más firme es la disposición para reñir. Las naciones pobres están hambrientas, y las naciones ricas son orgullosas, y el orgullo y el hambre estarán en discordia siempre. Por estas razones, el oficio de soldado se considera como el más honroso de todos; pues un soldado es asalariado para matar a sangre fría, en el mayor número que le sea posible, individuos de su propia especie que no le han ofendido nunca.
 
 
Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift

sábado, 26 de agosto de 2017

Bumerán

Hay personas que no dan todo lo mejor que tienen, que no se esfuerzan al máximo, que no utilizan todo su potencial, que no plantan las semillas de lo que realmente quieren recoger y, sin embargo, esperan recoger frutos de grandeza, esperan todo lo mejor, y hasta se asombran de no recibir los frutos que esperaban..., a pesar de saber que no han dado todo lo que tenían dentro.
 
La vida es un gran bumerán, que siempre nos devuelve lo que hemos lanzado, como el eco responde a nuestra propia canción, la vida puede ser como un espejo que te devuelve el reflejo de tu interior. Puedes recoger todo aquello que desees, siempre y cuando siembres lo mismo.
 
Te pregunto nuevamente: ¿crees que hasta ahora has hecho todo lo que has podido hacer, o crees que podías haber hecho más? ¿Crees que ya eres todo lo que puedes ser?
 
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

jueves, 24 de agosto de 2017

Quiero

Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgustan...
 
Jorge Bucay

miércoles, 23 de agosto de 2017

Mi tesoro

A pesar de las desgarradoras circunstancias y de los golpes recibidos,
a pesar del dolor infligido hasta las profundidades del alma,
aplastado por los acontecimientos y los avatares de la vida,
desde lo más hondo de mi corazón me niego a abandonar y permanecer en el suelo.
Puede que me llamen iluso, puede que me llamen loco y no esté cuerdo,
con la incertidumbre, los miedos y las sombras de la duda por compañeros.
Sin importar cuántas veces me caiga o me tiren,
miraré al frente, me levantaré y seguiré caminando en busca de mi sueño.
Podrán despojarme de todo, menos de mi libertad interior y de mi espíritu.
Puedo perder mis bienes, pero jamás me podrán arrebatar mi patrimonio,
que son mi honor, mi dignidad y mis sueños, mi verdadero tesoro.
 
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

sábado, 19 de agosto de 2017

El sentido de la enseñanza

El maestro Sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían su sentido.
 
- Maestro - lo encaró uno de ellos una tarde - tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...
 
- Pido perdón por eso - se disculpó el maestro - permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno. ¿Aceptas?
 
- Sí, muchas gracias - dijo el alumno.
 
- ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo cortara en trozos para que te fuera más cómodo...?
 
- Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
 
- No es un abuso su yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte... Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo...
 
- No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! - Se quejó sorprendido el discípulo.
 
El maestro hizo una pausa y dijo:
 
- Si yo les explicara el sentido de cada cuento, sería como darles a comer fruta masticada.
 
Jorge Bucay

viernes, 11 de agosto de 2017

La perseverancia

En un frío día de invierno, un joven cachorro se alejó demasiado de la granja en la que vivía al perseguir las pocas hojas que el invierno aún no se había llevado. Revoloteando y bailando a impulsos del viento, las hojas hipnotizaron al joven cachorro, que continuó alejándose cada vez más y más sin darse cuenta.
 
La nieve lo cubría todo; el viento comenzó a soplar cada vez más fuerte mientras una nueva tormenta se acercaba. El cachorro comenzó a sentir el frío y decidió volver a casa, pero al mirar alrededor sólo vio que un gran manto de nieve lo rodeaba.
 
Comenzó a correr desesperadamente, aunque en la dirección equivocada. El miedo se apoderó de él. Hasta que encontró un camino que siguió con ahínco. La nieve comenzó a caer y la noche acechaba. Finalmente vio unas luces que lo llenaron de esperanza. Llegó a una gasolinera, que en ese momento cerraba. Al acercarse con toda la inocencia y la ilusión a la persona que en ese instante se marchaba, ésta le dio una gran patada.
 
Era su primera patada; nunca antes le habían dado una, nunca antes lo habían rechazado así. El dolor era intenso, pero más aún el miedo, la incomprensión y la soledad que en ese momento sentía.
 
Perdido y aturdido comenzó a pensar en su amada granja, pensó en su familia y en el calor del hogar, comenzó a soñar. Ese sueño y esa visión le hicieron volver a recuperar la esperanza. Aunque dolorido, empezó a recorrer otro camino. La noche ya era cerrada, la nieve caía incesantemente y el frío aumentaba. Exhausto, cuando estaba a punto de darse por vencido, volvió a ver unas luces a lo lejos. Su corazón rebosó nuevamente de esperanza.
 
Sucio, helado, empapado, llegó a una granja, se acercó a ella. Y con toda la ilusión del mundo comenzó a arañar la puerta con la esperanza de recibir el carió y el calor que tanto anhelaba. Un hombre enorme se acercó a la puerta ante sus insistentes ladridos y arañazos. Al verlo, el desconocido le propinó otra patada que lo desplazó por los aires.
 
El pobre cachorro no entendía nada; cojeando y encogido por el intenso dolor, buscó refugio bajo unos arbustos. La desesperación y no entender por qué lo trataban de esa forma, le dolían más que aquellas patadas. Su mundo se vino abajo por completo. Tiritando por el intenso frío y el dolor, sintió que ya nada merecía la pena, pensó que ésa sería su última noche.
 
Inesperadamente, el día amaneció despejado, y el cachorro había sobrevivido a la fría y larga noche a la intemperie. Con todo el dolor, sus miedos y sus dudas, se armó de coraje para acercarse nuevamente a la casa. En vez de ladrar y arañar la puerta, miró por la ventana y vio a unos niños jugando junto al cálido fuego de la chimenea.
 
El cachorro pensó entonces que si pudiese entrar con los niños, seguro que lo aceptarían y podría jugar con ellos, y encontraría calor y comida. Reunió valor una vez más, llegó hasta la puerta y levantó la pata para comenzar a arañar la madera y convertir su sueño en realidad. Pero en ese momento las dudas asaltaron su mente. Se acordó de las dos patadas del día anterior y del enrome dolor que había sufrido, los miedos se le infiltraron por las grietas causadas por la duda, y las expectativas negativas se apoderaron de él. El recuerdo de esas patadas y de esos rechazos fue más grande que su sueño; las traidoras voces del miedo lo paralizaron, convenciéndolo de que no merecía la pena seguir luchando por su sueño.
 
Se dio la vuelta, cabizbajo, con la mirada en el suelo, y volvió a su refugio bajo los arbustos. No dejó de pensar en aquellas patadas, en los problemas. Se olvidó de su sueño hasta que finalmente, aletargado por el frío, el cachorro se quedó dormido y nunca más volvió a despertar.
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

domingo, 6 de agosto de 2017

Política atemporal

Leyendo el libro "Los viajes de Gulliver" me sorprende éste fragmento pronunciado por el rey de los gigantes tras explicarle Gulliver cómo funciona la política en Inglaterra y Europa. La verdad es que, algunas cosas, me resultan bastante familiares a pesar de haberse escrito esta novela en 1726. Pero juzgad vosotros mismos:

"Amiguito Grildrig: acabáis de hacerme un admirable panegírico de vuestra Inglaterra, me habéis demostrado cumplidamente que la ignorancia, la pereza y el vicio pueden llegar a ser las únicas cualidades de un hombre de gobierno, que las leyes son comentadas, interpretadas y aplicadas precisamente por unas personas cuyos intereses y talento les llevan a corromperlas, a embrollarlas y a eludirlas. Advierto en vosotros una organización política que, en su origen, pudo ser tolerable, pero que luego las malas pasiones de los gobernantes y de los súbditos la han desfigurado por completo, pues, por todo lo que me habéis referido, no me parece  que se exija en vuestro país una sola virtud para llegar a tal o cual categoría o para desempeñar algún destino público. Yo veo que allí, los hombres en general, no se ennoblecen por su talento, que los sacerdotes no están adelantados en las ciencias morales y en la piedad, los militares no despuntan por su valor, los jueces no sobresalen por su integridad, ni los diputados por su amor a la patria.
 
En cuanto a vos, prosiguió el rey, que habéis pasado la mayor parte de vuestra vida navegando, quiero creer que no estaréis inficionado de los vicios de vuestra nación, pero por lo que me habéis declarado espontáneamente, y por las respuestas que os he precisado a dar al haceros mis objeciones, juzgo que la mayoría de vuestros compatriotas son la más perniciosa raza de insectos que la naturaleza haya jamás tolerado que se extendiese sobre la superficie del globo."
 
Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift

sábado, 29 de julio de 2017

Operación placebo

En el año 2002, el doctor Bruce Moseley realizó un experimento sobre el efecto placebo en la cirugía, algo en lo que los propios cirujanos no creían, y que fue publicado en The New England Journal of Medicine.
 
El experimento buscaba averiguar qué parte de la operación en los casos de osteoartritis de rodilla era la que realmente eliminaba el dolor a los pacientes. Se realizó una prueba controlada en 180 pacientes con graves problemas de osteoartritis, separados en tres grupos. Dos grupos serían intervenidos quirúrgicamente y con el tercer grupo se emplearía una operación placebo, esto es, simplemente se fingiría la operación.
 
Una vez que el paciente estaba en la mesa de operaciones, el cirujano recibía un sobre en el que decía si realizaba la operación o no, lo mostraba al resto del equipo sin decir nada e iniciaba el procedimiento que indicaba el sobre.
 
Se procedía a la anestesia parcial, se colocaba la tradicional tela para impedir al paciente ver de cintura hacia abajo y comenzaba la operación real o la operación placebo. El paciente podía ver la intervención por un monitor y comprobar todo lo que estaba sucediendo, pues incluso en la operación placebo el paciente veía cómo estaban operando su rodilla, sin ser consciente de que era un vídeo de otra intervención. En los casos de la operación placebo, se realizaban las incisiones, para dejar prueba de la operación, pero el cirujano simulaba todo el resto del procedimiento, imitando todos los movimientos y secuencias del vídeo.
 
El propio doctor Bruce Moseley afirmó sentirse incómodo por estar realizando una falsa cirugía, siendo cirujano y contradiciendo sus propias creencias.
 
Una vez realizadas las operaciones se hizo un seguimiento de los pacientes. Hasta dos años más tarde, ninguno de los pacientes fue informado del tipo de operación a la que había sido sometido. Los resultados fueron asombrosos, ya que en todos los grupos, los que fueron intervenidos y los que no, se registraron los mismos resultados.
 
Algunos de los pacientes con los que se hizo una intervención placebo y que antes de la operación apenas podían caminar, luego tenían una vida normal sin dolores.
 
El doctor Bruce Moseley pasó de ser un total escéptico a creer en el poder de la mente, ya que pudo comprobarlo por sí mismo, concluyendo que tanto o más importante que la propia operación eran las creencias de los pacientes...
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

viernes, 28 de julio de 2017

El sabio y el rey

Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.
 
- ¡Qué desgracia, mi Señor! - exclamó el Sabio - cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad.
 
- ¡Qué insolencia! - gritó el Rey enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
 
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
 
Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al Rey con atención, le dijo:
 
- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.
 
Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
 
Cuando el Sabio salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
 
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
 
- Recuerda bien, amigo mío - respondió el segundo Sabio - que todo depende de la forma en el decir... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
 
De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.
 
La verdad puede compararse con una piedra preciosa: si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado. El hombre ha recibido el don de la palabra... y cuando la emplea adecuadamente transmite mensajes que nos ayudan a ser mejores.

miércoles, 26 de julio de 2017

Buda

Como sabes, Buda fue uno de los grandes maestros espirituales. Tenía varias virtudes, entre ellas, la capacidad de controlar las emociones destructivas y la habilidad de responder con bondad y compasión ante la provocación, pues albergaba en su interior conocimiento, empatía y una profunda comprensión. Cuentan que en una ocasión un hombre quiso comprobar si lo que decían de él era cierto, por lo que partió en su búsqueda para demostrar que nadie era capaz de mantenerse inalterable ante las provocaciones. Finalmente llegó ante la presencia de Buda y, con toda su ira, comenzó a insultarlo de manera cruel, lanzándole todo su odio con la intención de vejarlo y degradarlo. Sin embargo, ante aquel despiadado ataque de violencia verbal, Buda permaneció impasible con un gesto de compasión.
 
Cuando aquel hombre se quedó sin energía por la falta de reacción que esperaba para reavivar su fuego, Buda se dirigió a él y le dijo:
 
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
 
- ¡¡Qué!! - respondió el hombre gritando despectivamente.
 
- Si alguien te ofrece un regalo y tú lo rechazas, ¿a quién pertenece entonces?
 
- Sigue perteneciéndole a la persona que lo ha ofrecido - respondió enfurecido el hombre.
 
- Tienes razón, mi querido amigo - respondió Buda con una cálida sonrisa -. Entonces, si yo rechazo aceptar tus insultos, ¿a quién crees que pertenecen?
 
Sorprendido por la reflexión de Buda, el hombre se quedó sin palabras y se alejó pensativo.
 
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

lunes, 24 de julio de 2017

La danza de las culturas

Cuenta la leyenda que la Conciencia creadora de la Madre Tierra plantó las semillas de las diversas culturas, otorgándolas a cada una un don creativo y un lugar en el territorio de la conciencia, que delimitó por un cercado de ignorancia, necesario para que pudiesen hacer su trabajo sin interferirse, unas con otras. También les colocó obstáculos en sus caminos respectivos, como crecimiento espiritual.
 
A un pueblo le dio el don del amor a la naturaleza. Se sentiría tan unido a ella que nunca edificaría ciudades, sus construcciones serían tales que cuando las abandonasen, al poco tiempo, nadie podría decir que allí había habido un poblado. Sería uno con la naturaleza. Nunca se les ocurrirá vender sus tierras, que considerarían tan solo un préstamo. El obstáculo, la prueba, que deberían vivir consistiría en que algún día serían expulsados de esas tierras que tanto habían cuidado. Su corazón se rompería.
 
A otro le dio el conocimiento de la naturaleza interior. Sentirían la presencia del Ser en su centro, nada exterior podría ocultar su Sol interior. La nada se convertiría en fuente inagotable de creación, estuviesen donde estuviesen. Su obstáculo consistiría en que nada más unos pocos podrían alcanzar ese estado; serían como el pianista en la orquesta, que toca siempre solo. Los otros vivirían divididos, habría castas, aunque sorprendentemente sus maestros sintiesen la unidad en su interior. Su corazón se rompería.
 
A un tercero le despertó el amor por la materia. Hasta tal punto se uniría a ella que se confundiría con la misma, creyendo que un ser humano es sólo algo material. Llegaría a dominarla de tal manera, que conquistaría a los demás pueblos con sus inventos, olvidando que los otros eran creativos en la parte que les había tocado. Su prueba también sería dura, sus habitantes se olvidarían de su verdadera esencia espiritual, aunque paradójicamente, construirían los mayores templos.
 
Pero la Conciencia les tenía preparada una gran sorpresa... Había compuesto la "Danza de las Culturas", para que entre todos los pueblos de la Tierra la bailasen al unísono, tocando cada uno su instrumento propio - el don recibido -. Cuando todos estuviesen preparados, la mágica música recompondría sus corazones, y las barreras de la ignorancia desaparecerían, permitiendo florecer - reconocer - la labor única de cada cultura.
 
Cuenta que, ahora, están ensayando, y como cada instrumento va por su lado, suena muy desafinado. Están esperando a su director, que no es más que sus corazones unidos.
 
 
23 maestros de corazón, Carlos González Pérez

viernes, 21 de julio de 2017

El faro luminoso

Resultado de imagen de faroHabía una vez un faro que vivía en lo alto de un acantilado junto al mar. Estaba triste porque no sabía para lo que servía. Quería saber cuál era su tarea allí arriba, pero no tenía a nadie que se lo dijera. Por eso, cada vez que veía en el horizonte a un barco, le hacía rápidamente señales de luz para que viniera a verle. Pero el barco siempre se alejaba de él a toda máquina.
 
Todos los días y todas las noches le pasaba lo mismo. Cuando veía un barco acercarse, le hacía señales luminosas para que viniera a hacerle compañía y charlar un rato. Pero el barco salía disparado en dirección contraria.
 
El pobre faro cada vez estaba más triste y desanimado. Todos huían de él cuando le veían. Pensaba que no servía para nada y que estaba perdiendo el tiempo. Así que dejó de hacer señales a los barcos porque era algo inútil.
 
Al poco tiempo se dio cuenta de que un barco se acercaba hasta donde estaba él. No podía creerlo. Nunca había visto tan cerca a uno de ellos.
 
De repente el barco quedó embarrancado encima de unas rocas cercanas a la costa. Escuchó voces y sirenas y vio unos pequeños botes que salían del barco hacia la playa. El faro no entendía nada de lo que estaba pasando, por eso puso gran atención en saber lo que decían aquellos hombrecillos que estaban en la playa. Como el viento soplaba de allí, pudo escuchar con claridad sus palabras.
 
Decían que por culpa del faro averiado habían chocado contra esas rocas. Nadie les había avisado del peligro.
 
En esos momentos, el faro comprendió cuál era su tarea y por qué los barcos nunca se le acercaban. Se llenó de tanta alegría al saber para qué servía, que su luz se volvió a encender y fue la más brillante de todos los mares. Y ya no hubo barco alguno que dejara de verla para librarse del peligro. 

miércoles, 19 de julio de 2017

Sobre la amistad

Un amigo es alguien que aparece cuando los demás desaparecen, alguien que te recoge cuando nadie te levanta. Es el que acude sin que se lo pidas porque sabe que lo necesitas. Es alguien que te ayuda a recuperar la confianza, porque sigue creyendo en ti aunque tú hayas dejado de hacerlo. Los amigos de verdad son como las estrellas, siempre están aunque no siempre las veas, y cuanto más oscura es la noche, más fuerte es su presencia.
 
Gandhi dijo: "La prueba de la amistad es la ayuda en la adversidad, y desde luego una ayuda incondicional".
 
Un amigo es alguien con quien te atreves a ser vulnerable, esa persona que te ayuda a desnudar tus sentimientos y expresarlos en voz alta, porque no sólo te escucha, sino que te siente y comprende tus sentimientos. Un amigo no es el que te dice lo que quieres escuchar, sino el que te dice lo que necesitas oír, porque le importas. Es alguien que te conoce y acepta, pero te ayuda a ser mejor.
 
Un amigo es alguien con quien compartir lo mejor y lo peor, un alma que vive en dos cuerpos. Es quien te ayuda a recuperar la esperanza cuando ya no te queda, el que vuelve a encender la luz cuando todo es penumbra. Esa amistad es un modo de amar, por eso todo el mundo necesita conectar con otros seres humanos, sentir esa conexión que ahuyenta la soledad. La amistad es un lugar en el que puedes descansar y confiar.
 
Un amigo es el que está a tu lado cuando te caes y todo se derrumba a tu alrededor. Es el que surge en medio de la adversidad, no sólo en los momentos de felicidad. Ese amigo es el mayor tesoro y uno de los privilegios de la vida. Es el que cuando lo has perdido todo, te ayuda a recuperar la esperanza.
 
Un lugar llamado destino, Javier Iriondo


domingo, 16 de julio de 2017

Evangelio según San Mateo 13,1-23.

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar.
Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa.

Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: "El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!".

Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?".

El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron."

Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".

sábado, 15 de julio de 2017

Encontrar el propósito

Cuentan que en la guerra de los Balcanes un grupo de refugiados, junto con dos soldados, huía de la zona de conflicto hacia la frontera, en busca de tierras más seguras. Cuando pasaron por un pueblo totalmente arrasado, de repente una joven salió corriendo de las ruinas de una casa pidiendo ayuda.
 
Entre las ruinas permanecían escondidos un anciano que protegía un bebé de tan sólo tres meses y a un niño de ocho años. La joven, Jelena, preguntó si todos ellos podían unirse al grupo de refugiados.
 
Cuando los dos soldados vieron al anciano pensaron que les podía retrasar mucho, lo que podía ser peligroso para todos. Tras meditar sobre la situación, los soldados finalmente aceptaron que se unieran al grupo con una condición: les ayudarían con su bebé, pero tanto ella como el anciano y el niño tendrían que valerse pos sí mismos.
 
Calculaban que en cuatro días lograrían alcanzar una región segura.
 
A duras penas, el anciano mantuvo el ritmo durante los dos primeros días. Pero al tercer día su espíritu comenzó a abandonarle, empezó a pensar que ya no podía más, que no merecía la pena sufrir tanto, que ya no tenía sentido seguir luchando, hasta que al final de ese tercer día el anciano, exhausto, cayó al suelo.
 
Acudieron a ayudarle, pero su frágil espíritu lo había abandonado y su dolorido cuerpo había renunciado a seguir. Por mucho que quisieron ayudarle, él ya no estaba dispuesto a ayudarse a sí mismo. Decidió abandonar y convenció a todos para que siguieran sin él, ya que, si lo esperaban, podía ser peligroso. El anciano había decidido que ya había vivido lo suficiente. Quería que le dejaran descansar para morir en paz. Jelena hizo todo lo posible para convencerlo de que hiciera un último esfuerzo, lloró desgarradamente, le imploró con todas sus fuerzas. Pero a pesar de todos sus ruegos el anciano ya se había dado por vencido.
 
La cruel situación no era agradable para nadie; tenían que tomar una decisión, no podían cargar con él. Pero tampoco podían esperarle. El sonido de la guerra retumbaba en la lejanía. Finalmente no hubo otra opción; reiniciaron la marcha abandonando al anciano al amparo de unas frías y húmedas rocas.
 
Todos comenzaron a caminar alejándose del pobre anciano, pero de repente Jelena volvió hacia atrás con su bebé, lo puso en brazos del anciano y, con la mayor determinación imaginable, lo miró a los ojos y le dijo: "Es tu nieto, ahora es tu responsabilidad, y su vida depende de ti."
 
Jelena tragó saliva, con el corazón encogido se dio la vuelta y comenzó a caminar para alcanzar al grupo. Su padre comenzó a llamarla, pero Jelena en ningún momento miró hacia atrás, no quería darle la oportunidad de sentir lástima de sí mismo. La joven alcanzó al grupo y siguió caminando, hasta que finalmente miró atrás. Su anciano padre se había levantado y caminaba lentamente con su nieto en sus brazos, en dirección al grupo.
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

miércoles, 12 de julio de 2017

Cambiar el mundo

El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo:

De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: "Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo".

A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: "Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entren en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho".

Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he sido. Mi única oración es la siguiente: "Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo". Si yo hubiera orado de ese modo desde el principio, no habría malgastado mi vida.

Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad. Casi nadie en cambiarse a si mismo.
 
Anthony de Melo

lunes, 10 de julio de 2017

Clase de catecismo

En una parroquia había clase de catecismo cada domingo después de la misa de los niños. Unos cuantos chicos un poco mayores se propusieron reírse de los pequeños. Según iban saliendo de la clase, eligieron a uno que tenía fama de listo.
 
Uno de los matones detiene al pequeño y le pregunta, como si fuera su profesor:
 
- A ver, ¿qué habéis aprendido hoy en la clase de catecismo?
 
- Pues cosas... - dice el pequeño tratando de zafarse.
 
- ¿Qué cosas? - le apremia el mayor.
 
- Cosas sobre Dios.
 
- Conque cosas sobre Dios, ¿eh? Mira - el matón saca 50 céntimos del bolsillo -, te daré esto si me dices dónde se puede encontrar a ese señor.
 
El pequeño, que era listo y no sólo de fama, se queda mirando los 50 céntimos y, como si se le ocurriese algo de repente, saca un euro y le dice:
 
- Y yo te doy esto si me dices donde no se puede encontrar a Dios.
 
Se quedaron los bravucones sin saber qué decir. Aprovechando su aturdimiento, el peque agarró la moneda del burlón y salió corriendo con una gran sonrisa en su cara.
 
En camino con Dios, Hedwig Lewis

domingo, 9 de julio de 2017

Pensamiento divergente

En 1968, George Land realizó un estudio que comprobaba la capacidad del pensamiento divergente, la capacidad de encontrar diversas respuestas a una pregunta, buscar diferentes usos a un objeto, esto es, la creatividad, la capacidad de soñar, visualizar, de salir de un pensamiento cuadriculado y condicionado para encontrar más alternativas. Este estudio se basaba en una prueba que utilizaba la NASA para seleccionar ingenieros y científicos innovadores. Una pregunta de las que se hacían, por ejemplo, podía ser que se imaginaran todos los usos posibles y alternativos de un tenedor. El estudio de George Land se realizó a 1.600 niños de cinco años, y el protocolo de la prueba indicaba que a partir de un número determinado de respuestas era considerado como un genio creativo.
 
¿Cuál fue el porcentaje de genios creativos entre esa muestra de niños? Asombrosamente, del 98 por ciento. Lo que ese estudio demuestra es que el 98 por ciento de los niños nacen con capacidades extraordinarias para la creatividad.
 
El estudio era a largo plazo, por lo que cinco años después, cuando esos niños tenían diez años volvió a hacérseles una prueba. El resultado fue también asombroso, pero en sentido negativo, ya que tan sólo el 38 por ciento llegó a los mismos niveles que tenían a la edad de cinco años. Cuando habían cumplido quince años se repitió el test con un resultado del 12 por ciento.
 
La misma prueba se efectuó a 280.000 adultos. Los resultados reflejaron que tan sólo el 2 por ciento llegaba al nivel de genio. La conclusión es que la creatividad no se aprende, nacemos con ella. La educación actual y el entorno, en vez de aumentar nuestras capacidades, las disminuye. En los primeros años de educación, vamos adquiriendo pensamientos limitadores que nos reprimen, perdiendo nuestro potencial a una velocidad alarmante. Todo ello demuestra que hay algo que no funciona, que hay algo que está restringiendo nuestras capacidades, y que tenemos muchas cosas que cambiar.
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

lunes, 3 de julio de 2017

El poder de la imaginación

Érase una vez tres gusanos de seda que ignoraban su futuro como mariposas. Sus nombres eran: Pesimista, Realista e Idealista. Se les acercaba la hora de su transformación y empezaron a sentir los primeros síntomas... Su voraz apetito fue desapareciendo, su movilidad menguaba a gran velocidad y, finalmente, sintieron como el capullo les aislaba del mundo conocido, de la seguridad de lo cotidiano. En la oscuridad del misterio de su futuro, tuvieron pensamientos distintos:
 
Pesimista se dijo a sí mismo que estaba viviendo el final de su vida, y en lo más profundo de su sentir, se despidió de los buenos momentos.
 
Realista se dio ánimos diciéndose que todo aquello sería momentáneo y que, tarde o temprano, todo volvería a la normalidad.
 
Idealista sintió que, aquello que le estaba ocurriendo, podría ser la oportunidad para que se cumpliese su sueño más preciado: poder volar. Y aprovechó la oscuridad para perfeccionar sus sueños.
 
Cuando los tres capullos se abrieron, dejaron ver tres realidades iguales y distintas a la vez...
 
Pesimista era una bellísima mariposa, pero... estaba muerta... Había muerto de miedo.
 
Realista era una hermosísima mariposa, pero... a pesar de ello, empezó a arrastrarse como cuando era gusano. Con satisfacción, dio las gracias al cielo por haber podido seguir igual.
 
Idealista, nada más ver la luz del día, buscó sus alas... y al verlas, su corazón rezumó alegría, emprendió el vuelo, y dio las gracias, repartiendo su dicha por todo el bosque.
 
23 maestros de corazón, Carlos González Pérez

domingo, 11 de junio de 2017

La historia de Pedro

Un grupo de chavales de entre ocho y diez años estaba jugando un partido de fútbol. Algunos de los padres seguían atentamente el partido, hasta que un niño se acercó corriendo para jugar con los demás, pero algunos lo increparon para que abandonase el campo y les dejara seguir jugando su partido. Su madre comenzó a gritarle: "¡Pedro, ven aquí, déjales jugar!"
 
Pedro, apesadumbrado, salió del campo y se sentó en una esquina ante la vigilante mirada de su madre. Siguió el partido atentamente, viendo cómo los demás niños se divertían jugando. Iban empatados a dos, y el partido estaba a punto de finalizar.
 
No obstante, sus ansias pudieron con él, y Pedro irrumpió de nuevo en medio del campo. Su madre lo volvió a llamar para que abandonase el terreno de juego, pero, a pesar de su insistencia, Pedro no le hizo caso. Los otros niños empezaron a gritarle y a insultarle para que saliese del campo, hasta que se dieron cuenta de que Pedro era un niño con síndrome de Down.
 
En ese instante se hizo el silencio, hasta que Andrés dijo: "¡Dejadle jugar, va con nuestro equipo!". Todos aceptaron sin más. Andrés era el mejor jugador y tenía una gran influencia en el resto de sus compañeros. La madre de Pedro le preguntó si estaba seguro de lo que estaba haciendo, y Andrés le respondió con un rotundo sí.
 
Pedro comenzó a correr con sus dificultades de un lado a otro, persiguiendo el balón sin mucho éxito, si bien su cara de felicidad era absoluta. Su madre estaba nerviosa y encantada de ver que su hijo estaba disfrutando en aquellos momentos como cualquier otro niño. El partido llegó a sus últimos minutos y seguían empatados a dos tantos. De repente, el árbitro pitó un penalti a favor del equipo de Pedro. Andrés colocó el balón y se dispuso a lanzar el penalti. Sin embargo, en ese momento se acercó hasta el portero y le susurró algo al oído. Andrés volvió hacia donde estaba el balón, pero en vez de chutar se dirigió a Pedro y le preguntó: "¿Quieres tirarlo tú?"
 
Pedro comenzó a gritar y a saltar de alegría. Su madre no daba crédito a lo que estaba presenciando. Totalmente emocionada se llevó las manos a la cara, tapándose las lágrimas. Pedro se acercó al balón, chutó con toda la ilusión del mundo y tan fuerte quiso golpearlo que a punto estuvo de no darle. Cuando el portero vio hacia qué lado se dirigía la pelota, éste se tiró hacia el lado contrario y el balón entró en la portería, marcando el gol que significaba el 3 a 2. Sus compañeros comenzaron a vitorear el nombre de Pedro, celebrando el gol. Todos lo abrazaron; se convirtió en el héroe del partido. Sus compañeros y los niños del equipo contrario que se unieron al grupo, lo llevaron a hombros hasta donde se encontraba su madre. Con los brazos en alto, mirando al cielo, Pedro no dejaba de gritar emocionado: "¡He metido un gol!, ¡he metido un gol!, mamá, ¡he metido un gol y hemos ganado!". Probablemente para esa madre fue el momento mágico más conmovedor que vivió su hijo.
 
Los padres de los demás niños y todas las personas que presenciaron aquel maravillo suceso estaban en pie, aplaudiendo emocionados y orgullosos por ese gesto de bondad, de comprensión, de amor y de generosidad.
 
La madre de Pedro se acercó hasta Andrés, artífice del extraordinario gesto. La mujer no podía articular palabra. Entre lágrimas de felicidad, tan sólo pudo decir un entrecortado y emotivo: "Gracias".
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

sábado, 6 de mayo de 2017

Arreglar el mundo

Un buen día dejaron a un cura el cuidado de un niño durante una tarde; era un niño revoltoso como él solo. Después de un par de horas, el cura estaba desesperado porque el niño no paraba un instante y se acercaba la hora del sermón. Como tenía que hacer algo para que estuviese entretenido, mientras hojeaba una revista se le ocurrió una gran idea: arrancó una hoja de la revista en la que aparecía un mapamundi, la hizo añicos con cuidado y entregó los papelitos al niño diciendo:

- Aquí tienes un rompecabezas, es el mapa del mundo, a ver si para cuando termine el sermón lo tienes montado.

El cura fue a cambiarse convencido de que el pequeño tendría para unas horas, si es que alguna vez llegaba a terminar el puzle. El niño miró los trozos de lo que parecía una misión imposible, "arreglar el mundo". Como los niños son curiosos, se fijó en el reverso de uno de los trozos y vio que era la cara de una persona. Entonces dio la vuelta a todos los trozos. Cogió una hoja y sobre ella comenzó a ensamblar aquel rostro desconocido. Cinco minutos más tarde, la cara estaba perfectamente montada, así que puso otra hoja encima del rostro y le dio la vuelta.

En ese momento el cura regresó ya preparado para ir a dar su sermón; tan sólo habían pasado cinco minutos cuando el niño, orgulloso, le mostró el mapamundi recompuesto. El párroco, sorprendido, no daba crédito a sus ojos y le preguntó:

- Pero ¿Cómo lo has hecho? ¿Cómo has arreglado el mundo?

A lo que el ingenioso niño respondió:

- No, yo no he arreglado el mundo, eso era muy difícil, pero vi que detrás había una persona y cuando la persona estuvo bien, el mundo también lo estuvo.
 

Ése fue el sermón que dio el cura aquel día: "Cuando tú estás bien, el mundo está bien", cuando tú estás bien, el mundo parece estar mejor. Por eso tienes que invertir en ti, para crecer, aprender y comprender, porque cuando te sientes bien emocionalmente, te sientes fuerte, con la capacidad para pasar a la acción, te sientes más seguro ante las situaciones a las cuales has de enfrentarte y más optimista de cara al futuro.
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

lunes, 1 de mayo de 2017

El paraíso

Era un pueblecito pobre y pequeño en Polonia. Y era feo. Y lo que lo hacía pobre y feo eran sus habitantes, no porque fueran gentes sin dinero y sin letras, sino porque eran personas con envidia y con rencor. No eran infelices por lo que les faltaba, sino por lo que tenían en exceso. El resentimiento y el odio podían palparse en el aire.
 
A las afueras del pueblo vivía una persona a quien todos respetaban por su cultura, su riqueza y su piedad.
 
Un día una decena de los hombres más representativos del pueblo se quedaron boquiabiertos al recibir una invitación inesperada: "El señor Reb Isaac agradecería la presencia del señor (nombre de cada uno) en su mansión a las seis de la tarde del próximo martes, donde habrá una cena digna del paraíso".
 
La expectación crecía según se iba acercando el martes, y no sólo entre los invitados sino entre todos los demás habitantes, que no podían disimular su envidia.
 
¡Ser invitado a la casa del señor Isaac! ¡Y para una cena digna del paraíso!
 
Cuando el reloj de la torre daba las seis, todos estaban ya a la puerta de la mansión con sus mejores atuendos. Sus ojos se detenían codiciosamente en cuanto veían: cuadros, muebles, el servicio, los detalles, y por fin reposaron en la mesa ya preparada. La porcelana, la vajilla de plata, los vasos y copas de cristal labrado.
 
Reb Isaac entró y les invitó a sentarse. Uno de los criados puso delante de él un pan sobre el que echó la bendición judía. Al señor Reb le sirvieron un tazón humeante lleno de sopa... pero no trajeron nada a los invitados.
 
El señor Reb comenzó a tomar la sopa saboreándola con evidente fruición.
 
- No recuerdo haber tomado nunca una sopa tan sabrosa.
 
Los invitados estaban perplejos. ¿Por qué nadie les servía a ellos? Su perplejidad se convirtió en enojo cuando un plato de jugoso cocido fue servido solamente al amo de la casa, que no podía ocultar su placer y continuaba ponderando el sabor de la comida. La irritación se hizo palpable. Finalmente, uno de los huéspedes no pudo contenerse más y le espetó.
 
- Perdóneme usted, señor Reb, pero no puedo comprender lo que pasa aquí. ¿Nos ha invitado para reírse de nosotros? Recibimos una invitación a una cena digna del paraíso, pero aquí usted es el único que la disfruta.
 
Reb Isaac hizo su plato a un lado y, sonriendo, comenzó a explicarles:
 
- ¿Creéis que el paraíso es algún famoso restaurante donde uno va a comer y beber humillando a sus vecinos? No, el paraíso es un lugar donde cada uno se complace en la felicidad de los demás. Paraíso es el lugar donde todos comprenden que lo que realmente tiene valor en la vida es tan abundante que hay suficiente para todos, y no hay ninguna necesidad de pelearse para arrebatarlo a los demás.
 
Cuando a la gente buena le pasan cosas malas, Harold S. Kushner

domingo, 30 de abril de 2017

Keya y el águila

En una antigua tribu india, un viejo chamán envió a las altas montañas a un joven introvertido llamado Keya con el encargo de buscar un nido de águilas. No debía regresar hasta que pudiese volver con un huevo de águila. El chamán sabía que Keya era un joven inteligente y que tenía un gran corazón, pero por algún motivo era algo distinto, y los demás se burlaban de él. Keya había ido perdiendo su confianza y en muchas ocasiones no se atrevía a hacer las cosas que los demás hacían. Se preocupaba demasiado por lo que los otros pudiesen pensar y esos miedos lo paralizaban.
 
Tras varios días de búsqueda, por fin Keya encontró un nido de águilas y pudo hacerse con el huevo que le había ordenado buscar el chamán.
 
Tras su regreso, el sabio chamán puso el huevo en el corral para que una gallina lo incubase con los demás huevos. En pocos días, los huevos se abrieron, pero el águila estaba rodeada de pequeños pollitos y obviamente creyó que era un pequeño pollito más. Pronto, por su aspecto diferente, los demás pollitos comenzaron a burlarse de ella; los pollitos eran preciosos y se movían con gracia y rapidez, y el águila, convencida de ser un pollito, se sentía fea y torpe. Las burlas eran constantes, lo que hizo mella en su confianza y que creciera llena de inseguridades, pensando que no era lo suficientemente buena o inteligente, que no era como los demás. No se sentía integrada ni aceptada.
 
El águila comenzó a crecer y cada vez fue más fuerte y esbelta, pero las ya crecidas gallinas seguían despreciándola por ser diferente, por no ser como las demás. El águila seguía picoteando el suelo, comiendo y comportándose como siempre habían hecho ellas. Era lo que había aprendido y ésa era su realidad.
 
La insatisfacción y el vacío seguían creciendo en su interior. Sentía que le faltaba algo, que su destino no podía ser pasarse la vida picoteando el suelo en aquel pequeño corral. Sentía que tenía que haber algo más.
 
El chamán mostró el comportamiento del águila al joven Keya, el cual sufría al ver a la majestuosa águila picoteando el suelo como una gallina. Fue él quien trajo aquel huevo, sus almas estaban unidas, por ello se sentía identificado con el águila.
 
Pero un día, una extraordinaria águila sobrevoló una y otra vez el poblado. Las gallinas corrieron despavoridas a esconderse. Sin embargo, la joven águila quedó inmóvil, magnetizada al ver aquel maravilloso ser volando y surcando los cielos con majestuosidad. Las demás gallinas le gritaron sin cesar que se escondiera, pero ella permaneció inmóvil ante el momento más conmovedor de su vida.
 
Entonces, aquella extraordinaria águila desapareció de los cielos y la joven águila comenzó a gritar: "¡Yo quiero hacer eso, yo quiero volar, tengo que intentarlo, yo quiero volar!". En ese momento, pasado el peligro, todas las gallinas salieron de su escondite y comenzaron a reírse y a burlarse diciéndole: "Pero si tú eres una gallina, no te hagas ilusiones, tú no puedes volar, ¿es que crees que tú eres especial, te crees mejor que nosotras? Deja de soñar y pon los pies en el suelo".
 
El águila se resignó, agachó la cabeza y dejó que las demás le robaran sus sueños. No obstante, algo ocurrió en su interior. El chamán observó todo lo sucedido junto con el joven indio, que sufría al ver al águila así.
 
Entonces, el chamán le dijo a Keya: "Ha llegado la hora". Entró en el corral, puso una capucha al águila, la tomó en sus brazos y comenzó a caminar junto al joven.
 
Tras varias horas de largo camino, ambos llegaron a un conocido y respetado lugar por la tribu. Era el lugar en donde se descubría el verdadero valor de los guerreros, un impresionante acantilado con las profundas aguas de un río al fondo. Eran muy pocos los que se atrevían a realizar el peligroso salto y no todos lo habían logrado.
 
Se sentaron al borde del impresionante acantilado, las vistas eran espectaculares, era como estar sentado a la entrada del cielo. En ese momento, el chamán puso el águila, aún encapuchada, en manos de Keya.
 
- Tú y esta águila, estáis unidos en el alma, los dos sois muy especiales, ambos habéis sufrido el mismo mal, los dos habéis escuchado las mismas cosas durante demasiado tiempo, os han atado las alas, han encadenado vuestras esperanzas e ilusiones, os han querido robar vuestros sueños. Hasta ahora, tú has vivido preocupado e influenciado por las opiniones de los demás. A ambos os han inculcado miedos y limitaciones irreales, si bien ambos teníais la grandeza en vuestro interior, el potencial y la capacidad para liberaros de las cadenas de las dudas y volar libres de miedos hacia un nuevo y glorioso horizonte. Para ambos ha llegado la hora de dar el salto de la liberación, el momento de romper las cadenas de todos los miedos y volar libres.
 
Nunca antes Keya se había acercado al acantilado, Había escuchado muchas historias al respecto y sabía que eran muy pocos los que se aventuraban a dar el gran salto. Aquellos que lo lograban eran considerados héroes y grandes guerreros por su valentía, y eran admirados y respetados por todos.
 
- Ahora quiero que te pongas en pie, yo quitaré la capucha al águila y en ese momento darás un salto y soltarás al águila al mismo tiempo. Vuestras almas se unirán en ese instante y los dos volaréis libres para siempre.
 
Keya sintió algo muy especial. Sintió que era su momento. Las palabras del chamán encendieron algo en su interior. Confió plenamente en él, se puso en pie, con el alma en un puño y el corazón latiendo como jamás antes lo había hecho, respiró profundamente, elevó el águila en sus manos y dio el paso más importante de su vida. Saltó gritando en una especie de liberación, empujando el águila hacia el cielo, y mientras Keya volaba hacia su libertad pudo ver cómo el águila, al mismo tiempo, batía sus majestuosas alas volando por primera vez.
 
Keya cayó a las profundas aguas limpiamente y, al emerger a la superficie, lanzó un grito que atravesó todos los valles: el grito de la libertad y la liberación de todos sus miedos. Sus límites y sus falsas creencias quedaron en el fondo del río. En ese momento dejó de ser el joven inseguro para convertirse en un gran hombre que atravesó la barrera de las dudas, los límites y los miedos. Se conquistó a sí mismo. Alzó la vista. Su pecho y el del águila se llenaron de orgullo y alegría, admirando a su alma gemela surcar el cielo, convirtiendo ambos su sueño en realidad.
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

sábado, 29 de abril de 2017

El secreto de los Stradivarius

Los violines construidos en el taller de Stradivari (los conocidos como Stradivarius) son considerados los mejores. Se han realizado intentos por construir otros nuevos que lograran al menos el mismo nivel de excelencia, y ello ha obligado a estudiar en profundidad estas joyas. Se ha especulado sobre si el "secreto" de los Stradivari estriba en los barnices empleados, en el secado o, simplemente, en la alta competencia de los artesanos que participaron en su construcción guiados por el genio de Stradivari.
 
Recientemente, el luthier y bioquímico Joseph Nagyvary ha expuesto una teoría interesante al respecto. Nagyvary ha viajado por el norte de Italia y se ha percatado de que los muebles de la época de Stradivari están atacados de carcoma excepto los de Cremona, ciudad en la que Stradivari tenía su taller. Nagyvary supo que los artesanos que trabajaban la madera, incluido Stradivari, utilizaban un insecticida llamado "sal de gemas" que les era proporcionado por el boticario local. Este producto actuaba cristalizando la madera, lo cual revertía directamente en la mejora de la calidad acústica de ésta. Prácticamente coincidiendo con la muerte de Stradivari los luthiers cambiaron de insecticida.
 
Historias curiosas de la música, Lawrence Lindt

domingo, 23 de abril de 2017

¿Quién soy yo?

Soy energía, soy bondad, soy una persona con la capacidad de cambiar para adaptarme a las distintas situaciones de la vida. Soy quien creó mi propia realidad a través de mi mente. Soy un alumno eterno. Busco hacer el bien y ayudar e influir de manera positiva en todas las personas que pueda. Soy el responsable de mis pensamientos y de mis emociones. Soy un ser espiritual, estoy conectado con un todo, soy un soñador y soy el escritor de la historia de mi vida.
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

viernes, 14 de abril de 2017

Nuestro miedo más profundo

Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados.
Nuestro miedo más profundo es el hecho de que somos poderosos más allá de toda medida.
Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos atemoriza.
 
Nos preguntamos:
¿Quién soy yo para ser brillante, elegante, talentoso, extraordinario?
Pero, en realidad, ¿quién eres tú para no ser así?
De hecho, eres hijo de un Dios.
 
Tu pequeñez no le sirve al mundo.
Desmerecerse para que los demás no se sientan inseguros a tu lado en nada tiene que ver con la Iluminación.
Todos estamos hechos para brillar, como brillan los niños.
Nacemos para manifestar la gloria del Dios que está en nuestro interior.
Y no es que esté solamente en algunos, está en todos nosotros.
 
Cuando permitimos que nuestra propia luz brille, inconscientemente damos a otros permiso para que brillen también.
 
En la medida en que nos liberemos de nuestros propios miedos, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.
 
Marianne Williamson

martes, 28 de marzo de 2017

Mantengamos la llama viva

"Un hombre, que regularmente asistía a las reuniones con sus amigos, sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades.
 
Después de algunas semanas, una noche muy fría el líder de aquel grupo decidió visitarlo.
 
Encontró al hombre en casa, solo, sentado frente a una chimenea donde ardía un fuego brillante y acogedor. Adivinando la razón de la visita, el hombre dio la bienvenida al líder. Se hizo un gran silencio.
 
Los dos hombres sólo contemplaban la danza de las llamas en torno de los troncos de leña que crepitaban en la chimenea. 
 
Al cabo de algunos minutos el líder, sin decir palabra, examinó las brasas que se formaban y seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas, retirándola a un lado del brasero con unas tenazas. Volvió entonces a sentarse.
 
El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado pero inquieto. Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó, hasta que sólo hubo un brillo momentáneo y el fuego se apagó repentinamente.
 
En poco tiempo, lo que era una muestra de luz y de calor, no era más que un negro, frío y muerto pedazo de carbón. 
 
Muy pocas palabras habían sido dichas desde el saludo.
 
El líder, antes de prepararse para salir, con las tenazas regresó el carbón frío e inútil, colocándolo de nuevo en medio del fuego. De inmediato, la brasa se volvió a encender, alimentada por la luz y el calor de los carbones ardientes en torno suyo.
 
Cuando el dirigente alcanzó la puerta para irse, el anfitrión le dijo: Gracias por tu visita y por tu bellísima lección. Regresaré al grupo. 
 
Buenas noches..."
 
 
¿Por qué se extinguen los grupos,las comunidades...?
Muy simple: porque cada miembro que se retira le quita fuego y calor al resto.
 
A los miembros de un grupo vale recordarles que ellos forman parte de la llama.
 
Es bueno recordarles que todos somos responsables por mantener encendida la llama de cada uno y debemos promover la unión entre todos para que el fuego sea realmente fuerte, eficaz y duradero.
 
Mantengamos la llama viva.

viernes, 24 de marzo de 2017

Las mayores riquezas

¿Dónde crees que están las mayores riquezas del mundo?
 
Las mayores riquezas no están en la profundidad de las minas de oro, ni en las minas de diamantes, ni en los profundos pozos de petróleo. Probablemente, el lugar más rico del mundo es el cementerio, ya que allí yacen las más asombrosas ideas que jamás hemos visto. Sueños e ilusiones de valor incalculable, proyectos que yacen enterrados en silencio, cubiertos por una enorme capa de miedos y dudas. Aspiraciones que murieron por la falta de confianza y fe de aquellos mismos que las tenían.
 
Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

domingo, 19 de marzo de 2017

Encima de un clavo

Recuerdo una vieja historia de un amigo que fue a visitar a un cliente. Nada más entrar por la puerta de la empresa se topó con un perro que estaba tumbado en el suelo. No paraba de hacer extraños gemidos. Parecía que estaba enfermo, como si estuviese protestando por algo, y se revolvía y aullaba. Pero no se movía del sitio.
 
Al encontrarse con el cliente, mi amigo le preguntó qué le pasaba al perro. Éste le respondió que nada, que simplemente se había tumbado encima de un clavo.
 
"Entonces, ¿por qué no se mueve?", se extrañó mi amigo.
 
"Porque parece que todavía no le duele bastante", fue la respuesta.


¿Cuántas veces estamos tumbados encima de ese clavo y nos pasamos el día quejándonos? Y, sin embargo, no somos capaces de tomar una decisión y levantarnos.

¿Tienes motivos para levantarte, para tomar una la decisión de realmente dar un gran cambio, o aún estás cómodo en la incomodidad?

Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

domingo, 12 de febrero de 2017

Aprender a andar ligeros

Cuentan que un turista en Israel quiso conocer al célebre rabino Hiel el Sabio. Cuando entró en su casa, le sorprendió ver que ésta consistía en una sola estancia llena de libros y un único taburete donde sentarse. El turista preguntó:

- Pero, Rabí, ¿dónde están sus muebles?
- ¿Y dónde están los tuyos? - replicó el sabio.
- Pero yo estoy aquí de paso...
- ¿Y cómo piensas que estoy yo? - concluyó el Rabí.

domingo, 5 de febrero de 2017

Sal y luz

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos".

Mt 5, 13-16  
 
Orar con el Evangelio:
 
Algunos quieren ser estrellas de Hollywood o del deporte espectáculo y dejar a todo el mundo deslumbrado. Brillan un momento y se apagan para siempre.
 
Es mejor ser una luz que ilumina la estancia, un faro para los marinos, un campanario para los viajeros. No deslumbran, sino que orientan y regalan a los demás su luz para que puedan seguir su camino.
 
Tú, Señor Jesús, me envías a ser luz y sal como un servicio para el bien de la humanidad.
 
Líbrame de la vanidad, del orgullo de creerme mejor que los demás: es tu evangelio lo que he de mostrar y no mis presuntas cualidades.
 
Líbrame también de la pereza, de la vergüenza y de la timidez: no tengo derecho a quedarme para mí lo que tú quieres que sea para todos.
 
Y líbrame de los prejuicios y del puritanismo: que, como la sal, esté siempre dispuesto a tratar con todos para que a todos pueda llegar tu mensaje.