martes, 21 de abril de 2020

El escorpión y la rana

Érase un escorpión detenido frente al cauce de un río. Estaba ansioso por cruzarlo pues se dirigía al baile anual de los escorpiones. Un rayo de esperanza iluminó  su mente cuando vio una rana flotando sobre las aguas, encima de una gran hoja de roble.

- Amiga - dijo -, ¿puedes ayudarme a cruzar? Si me llevas en tu espalda, será sólo cuestión de un par de saltos.

- ¡¿Qué?! ¡Todavía no me he vuelto loca! Tú eres un escorpión. Si te subo, me picarás con tu mortal aguijón.

- ¡Claro que no! ¿Cómo se te ocurre? Si lo hiciese, morirías y nos hundiríamos los dos.

La rana, después de pensarlo un poco, accedió. El escorpión parecía un tío majo. Así que dejó que se posase sobre su resbaladiza espalda y empezaron a cruzar el río.

Cuando llegaron a la mitad del trayecto, en una zona turbulenta, el escorpión se puso todo rojo, alzó su aguijón y después se lo clavó a la rana, bien hondo.

La rana sintió cómo el veneno penetraba por sus venas y se le iban las fuerzas. Sólo le quedaba un suspiro y quiso preguntar:

- ¿Por qué lo has hecho? ¡Nos vamos a hundir los dos!

El escorpión, nervioso ante su inminente muerte, respondió:

- ¡Maldición! ¡Porque ésa es mi naturaleza!

Ser feliz en Alaska, Rafael Santandreu

Todos cometemos errores, porque esa es nuestra naturaleza. Asumámoslo y permitámonos tener fallos, ¡somos humanos! Como decía Oscar Wilde "con las mejores intenciones se cometen los peores desastres".

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