sábado, 7 de abril de 2018

Encontrar tu destino

En la vida todos escogemos un camino, pero muchas veces resulta no ser el camino correcto, no es lo que esperábamos. En otras ocasiones, es el camino el que nos escoge a nosotros. Sin embargo, ocurre que ese camino tampoco es el deseado.

Nos preguntamos por qué las cosas no funcionan como se suponía que debían hacerlo. Aunque como siempre, con los años, la distancia y la perspectiva que nos ofrece la experiencia, vamos comprendiendo algunas cosas difíciles de entender, y es que en la vida aparecen capítulos inesperados que no tienen nada que ver con el guión previsto.

Aparecen circunstancias inesperadas, extrañas causas, fracasos, derrotas o equivocaciones que nos impiden lograr nuestro objetivo inicial y nos desvían del curso previsto. Sin embargo, hoy en día tengo la certeza de que si hubiese aprobado las oposiciones a catedrático de universidad, jamás habría escrito mi primer libro, y gracias a que las suspendí varias veces, tomé otro camino que me fue acercando a mi destino.

Sé que después, si hubiese triunfado en mi primer trabajo, habría permanecido anclado allí toda mi vida, probablemente más seguro, pero jamás hubiese tenido la oportunidad de disfrutar de las increíbles experiencias que he vivido a lo largo de mi vida.

Más tarde, durante un tiempo me dediqué a lo que me gustaba, encontré mi camino, mi pasión. Me sentía pleno y feliz, pero la ignorancia de la juventud me hizo perseguir más cosas y abandonar ese camino, tomando equivocados desvíos. Aunque también aprendí y viajé mucho, las buenas sensaciones de antaño nunca fueron iguales.

A veces consigues lo que quieres, cuando en realidad no es lo que necesitas, y en otras no logras alcanzar aquello que realmente buscas. Lo cierto es que no hay dos caminos iguales, al igual que no hay dos personas iguales, por eso cada uno de nosotros tenemos que recorrer nuestro propio camino. Un camino de evolución, de errores y aciertos, un camino de descubrimiento.

Durante un tiempo todo parecía irme bien, pero tarde o temprano las misteriosas fuerzas del destino regresaban, y el fracaso volvía a aparecer en toda su magnitud.

Sin embargo, por esos misterios de la vida, gracias al fracaso, pude encontrar lo que buscaba. Con su particular método, parecía que la vida estaba jugando al escondite con mi verdadero propósito. Durante un tiempo seguí de fracaso en fracaso hasta que, por fin, encontré mi verdadera pasión, mi destino, y con él la plenitud.

Entre todos esos capítulos que dan forma a nuestra historia personal, a base de equivocaciones, aprendí que, en ocasiones, la vida, el Universo, Dios o el destino tienen otros planes, y no cuentan con nuestras preferencias, nuestras expectativas o deseos. Pero al final de ese largo camino lleno de errores, llamado experiencia, encontré la respuesta, y es que a veces, cuando no consigues lo que quieres, encuentras tu destino.

Un lugar llamado destino, Javier Iriondo

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