domingo, 19 de marzo de 2017

Encima de un clavo

Recuerdo una vieja historia de un amigo que fue a visitar a un cliente. Nada más entrar por la puerta de la empresa se topó con un perro que estaba tumbado en el suelo. No paraba de hacer extraños gemidos. Parecía que estaba enfermo, como si estuviese protestando por algo, y se revolvía y aullaba. Pero no se movía del sitio.
 
Al encontrarse con el cliente, mi amigo le preguntó qué le pasaba al perro. Éste le respondió que nada, que simplemente se había tumbado encima de un clavo.
 
"Entonces, ¿por qué no se mueve?", se extrañó mi amigo.
 
"Porque parece que todavía no le duele bastante", fue la respuesta.


¿Cuántas veces estamos tumbados encima de ese clavo y nos pasamos el día quejándonos? Y, sin embargo, no somos capaces de tomar una decisión y levantarnos.

¿Tienes motivos para levantarte, para tomar una la decisión de realmente dar un gran cambio, o aún estás cómodo en la incomodidad?

Donde tus sueños te lleven, Javier Iriondo

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