Después de tanto tiempo sin escribir, vuelvo con una pequeña historia de Paulo Coelho que nos viene muy bien en estos tiempos de regalos y consumismo. Dice así:
"Antes de partir hacia un largo viaje, el comerciante fue a despedirse de su mujer.
- Nunca me has dado un regalo que esté a mi altura - dijo ella.
- Mujer ingrata, todo lo que te he dado me costó años de trabajo - respondió el hombre -. ¿Qué más te podría dar?
- Algo que sea tan bello como yo.
Durante dos años, la mujer esperó su regalo.
Finalmente el comerciante regresó.
- Conseguí encontrar algo tan bello como tú - dijo él -. Lloré ante tu ingratitud, pero decidí cumplir tu deseo. He pasado todo este tiempo pensando qué regalo sería tan bello como tú, y acabé encontrándolo.
Y le tendió a su mujer un pequeño espejo."
Qué poco valoramos a veces los pequeños detalles, como un abrazo, un beso o la simple presencia del ser querido. Qué egoístas somos a veces, sólo pensando en lo mejor para nosotros, mirándonos en nuestro espejo particular y creyéndonos más importantes por ello.
ResponderEliminarEn estas fiestas, la sociedad nos invita a compartir, a ser solidarios y generosos con los demás... pues aprovechémonos de ello y esforcémonos por ampliar ese estado festivo al resto de meses.
¡FELIZ NAVIDAD!