martes, 31 de julio de 2012

Experiencia demoledora para la imagen


Un amigo mío, mayor, de unos cincuenta, vio a esa edad por primera vez, era ciego y le operaron con éxito. Pues bien, sólo era capaz de aplicar a los objetos los conocimientos adquiridos por el tacto, la profundidad le despistaba, creía que podía salir por la ventana y pisar el suelo de la calle. Jamás aprendió a leer con los ojos y continuó haciéndolo con el Braille. Pero lo terrible fue la abrumadora depresión que se apoderó de él en cuanto pudo ver, los colores le producían gran placer, pero era hipersensible a la suciedad o a cosas tales como paredes desconchadas, tanto que voluntariamente retrocedió a su oscuro mundo interior, sin imágenes, olvidándose de encender la luz por la noche, encerrándose en cuartos oscuros por el día. Tres años después de la operación, murió.

Raúl Guerra, Antología de cuentos

1 comentario:

  1. Hay en nuestra sociedad una gran parte de personas que tienen depresión y que creo que no es una enfermedad que le haya venido por falta de alguna sustentaría en el cerebro o cualquiera de las respuestas que te pueda dar un especialista. Esa gran parte de nuestra sociedad deprimida, lo está por ser de una sensibilidad tal, que no se puede conformar con lo que ve, por ejemplo, con la fealdad de la suciedad, tanto física: en calles, plazas, parques,…como moral: falta de respeto, al abuso vulgar del vocabulario, trabajadores humillados por sus jefes, falta de consideración con los mayores,… y ver que no puede cambiar eso, porque hay “libertad” para que cada uno haga lo que quiera, pero cuando esa libertad coarta la mía, ya estamos hablando de otra cosa. Eso te va entristeciendo hasta llegar a lo de la historia, porque te das cuenta que tu solo no puedes hacer nada. María C

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