Le dijo un cachorrillo al perro viejo:
- Aprendí en un curso de filosofía que la felicidad es el colmo de la vida y que se encuentra en mi rabo. Desde entonces me dedico a perseguir a mi cola; cuando consiga atraparla, tendré la felicidad y habré colmado mi vida.
El perro viejo contestó:
- Sí, yo también he reflexionado sobre eso mismo. Pero he notado que, cuando persigo mi rabo, doy vueltas y más vueltas y el rabo siempre se me escapa; pero en cambio, cuando continúo tranquilamente mi camino, el rabo me sigue.
En camino con Dios, Hedwig Lewis